Se llamaba Amaya Egaña, tenía 53 años y vivía en Barakaldo... El viernes 9 de Noviembre del 2012, Amaya se arrojó por el balcón de su casa cuando un grupo de agentes del banco y de la policía llamaron su puerta luciendo una orden judicial para desahuciarla y dejarla, sin nada, en la calle por no poder pagar la hipoteca. Hoy sábado, esta mujer vasca es portada de todos los periódicos en España, pero el lunes será olvidada.
En España, desde que comenzó a azotar la crisis económica en 2008, la tasa de suicidio ha subido a más de 10 personas al día. Eso son más de 300 muertos cada mes. Es gente desesperada que reúne las agallas suficientes para quitarse la vida cuando descubren que, la famosa ley hipotecaria que manda en este maldito país, es una ley caduca de 1909. Esa dichosa ley dice que, en caso de impago de la vivienda, el banco será el nuevo dueño de ella y podrá hacer con ella lo que quiera. Pero la cosa no queda ahí, sino que el deudor desahuciado deberá seguir pagando el resto de la deuda toda su vida. No existe posibilidad de la dacion el pago, no sirve con devolver la vivienda y comenzar de nuevo desde la más mísera pobreza. En pleno siglo XXI, la ley en España convierte a los pobre y sus familias en esclavos de los banco a perpetuidad.
Por eso la gente se suicida cada día más en la soleada y democrática España. Ni el gobierno español, ni los mediocres políticos de turno, ni los sindicatos corruptos, ni nadie ha hecho nada para parar este drama desde el 2008. Más de 10.000 ciudadanos muertos en solo últimos cuatro años para que una serie de malditos malnacidos se llenen los bolsillos. ¿Cuantos muertos hacen falta? ¿Acabaremos todos llamando a "la puerta del cielo"?
Por eso la gente se suicida cada día más en la soleada y democrática España. Ni el gobierno español, ni los mediocres políticos de turno, ni los sindicatos corruptos, ni nadie ha hecho nada para parar este drama desde el 2008. Más de 10.000 ciudadanos muertos en solo últimos cuatro años para que una serie de malditos malnacidos se llenen los bolsillos. ¿Cuantos muertos hacen falta? ¿Acabaremos todos llamando a "la puerta del cielo"?
BARAKALDO. 2012
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