miércoles, 10 de octubre de 2012

GRAN TORINO


La vi ayer y me gustó mucho. Aunque suelo evitar ver pelis de Clint Eastwood desde que hizo “Sin Perdón” (para no ver envejecer al mito), la verdad es que en esta cinta todavía da la talla de tipo duro. Clint está sensacional farfullando unos diálogos entre cínicos y racistas que recuerdan gratamente a su “Sargento de hierro”. Es la historia de Walt, un terco jubilado de origen polaco, que se resiste vivamente a marcharse de su barrio ante la imparable llegada de población inmigrante, mayoritariamente asiática. La cosa se complica cuando una noche los problemas de sus extraños vecinos vietnamitas invaden su inmaculado jardín. Entonces, Walt se ve arrastrado a una espiral de violencia trágica que, paradójicamente, le hará sentirse de nuevo vivo…

Eastwood coge una historia de serie-b y la eleva a categoría de arte, gracias a un buen reparto de actores poco conocidos, una puesta en escena muy sobria, un excelente guión lleno de detalles y matices, un bonito Ford de comienzos de los setenta y bastante humor socarrón. Lo mejor del filme es la impecable presentación del protagonista y de su familia, sus dos hijos y nietos, durante los primeros diez minutos o el momento en que la hermana de Thao regresa ensangrentada a casa. Lo peor es que el final ya no es del tipo de “Infierno de cobardes”. Como todo, los tiempos han cambiado.

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