"El hombre al que todos llamaban Carlos sabía que el mar helado que contemplaba era únicamente la imagen de un sueño, que poco a poco iba apagándose, y sabía también —porque se lo recordaba una de las voces de su conciencia— que debía levantarse del sofá donde estaba echado y acudir cuanto antes al salón del hotel para ver allí el partido de fútbol que a las nueve de aquel día, 28 de junio de 1982, iban a jugar las selecciones de Polonia y Bélgica. Pero el mar que veía en su sueño atraía a la zona de su cerebro que seguía ajena a los dictados de su conciencia, y esa zona libre le sugería no abrir los ojos, no moverse, no despertarse del todo, disfrutar de la agradable sensación de caída que se iba apoderando de él y que le convertía en una roca abocada a chocar con la capa de hielo y desaparecer bajo las aguas."
lunes, 30 de julio de 2012
EL HOMBRE SOLO
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