La vi ayer y es un peliculón de cojones. Es la historia de dos presos que se fugan de una terrible prisión de Alaska. Después de atravesar la tundra a 30º bajo cero, la pareja consigue subirse a un tren, pero lo que se suponía un viaje a la libertad se trunca cuando, por un incidente casual, el tren se queda sin frenos y descontrolado se dirige hacia una muerte segura…
Andrey Konchalovsky rueda con fuerza y con garra un viejo guión de Akira Kurosawa. Las secuencias del tren son estupendas, apenas se nota cuando son los especialistas y cuando los actores los que se juegan el tipo, bien arrastrándose sobre las vías, bien caminando sobre el helado tren en marcha con el frió viento y la nieve dándoles en la cara. Jon Voight está magnífico como preso veterano con la cara marcada por la vida carcelaria, lleno de cicatrices y aspecto peligroso. Un joven Eric Roberts y una guapa Rebbeca de Mornay le dan bien la replica como el reo novato que lo admira y la trabajadora del ferrocarril que intenta salvar su vida desesperadamente. El final de la cinta, con el “Gloria” de Vivaldi sonando de fondo, es de los que no se olvidan jamás. Recomendable.
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