Ayer volví a ver esta estupenda película. Es la historia de un chaval que decide visitar una casa donde unos tipos participan en un macabro juego apostando dinero con su propia vida y la vida de los demas...
Si no fuera por esos teléfonos móviles y esos modelos de coches modernos que se ven en la pantalla, uno pensaría que está viendo un thriller policiaco de los años 50 o 60. Toda la cinta es la muestra real que el futuro del cine pasa, todavia hoy, casi cincuenta años después, por la Nouvelle Vague francesa. El inteligente uso del blanco y negro y de la luz, la arriesgada dirección de actores o la cuidada puesta en escena, harían gozar en la tumba a todos aquellos Truffauts, Louis Malles o Melvilles de entonces. Recomendable.
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