Rohmer tenía 75 años cuando la rodó y, a pesar de su edad, la cinta resulta fresca, juvenil, divertida y con un punto de sano cinismo. Además los paisajes bretones son muy bonitos, dan ganas de ir de excursión por allí alguna vez. Una peli perfecta para ver el verano. Una especie de segunda parte de “Pauline en la playa”, puesto que está rodada por Eric Rohmer diez años después en las mismas playas de Bretaña y con la misma actriz, la guapa Amanda Langlet, que ya no es aquella niña metomentodo de entonces, sino ya toda una mujer. Recomendable.
