La volví a ver ayer y, aunque se me hizo un poco larga la primera parte, después la cosa coge buen ritmo (sobretodo cuando aparece por primera vez Sir Laurence Olivier, que está aterrador haciendo de antiguo criminal nazi). Es la historia de un joven universitario, Dustin Hoffman (que tenía casi 40 tacos por entonces!), un tipo aficionado al footing, que ve como su vida aburrida da un giro brusco cuando unos tipos siniestros intentan asesinarlo por culpa de unos líos en los que está implicado su hermano mayor, Rob Scheider, que trabaja para la CIA…
La cinta es uno de esos thrillers conspiranoicos tan de los setenta, del estilo de “Los tres días del Condor”, “La conversación” o “Único testigo”. Hoffman está bastante bien, aparenta ser más joven de lo que era, Scheider, también está correcto. Pero lo mejor es, sin duda, Olivier, con esa especie de cuchillo-espada escondida en el antebrazo, con el que va degollando a quien se interponga en su camino (la seciuencia en el barrio judío de Nueva York es memorable). La escena del interrogatorio y el secuestro en el baño, todavía hoy, siguen acojonando (la cara natural de pardillo de Hoffman también ayuda, jajaja…). Recomendable.
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