La vi ayer y me eche unas risas, una comedia de enredo estupenda. Vista hoy, 30 años después, resulta vergonzoso que al pobre Billy Wilder lo obligaran a jubilarse a la fuerza (tenía 80 tacos, pero estaba en plena forma). Cuenta la historia de un gruñón asesino de la Mafia (Walter Matthau) que debe liquidar a un testigo protegido antes de declare en un juicio, pero todo su plan se viene abajo cuando se cruza en su camino un pobre hombre (Jack Lemmon) que pretende suicidarse a lo bonzo porque su mujer lo ha dejado por un delirante terapeuta sexual alemán (Klaus Kinski)...
Una loca sucesión de divertidos gags, donde el asesino, por querer ayudar a hombre, acaba siendo golpeado, vejado, sedado, perseguido y tiroteado. Muy buenos actores, escenas cachondísimas (como la del ahorcamiento frustrado en la ducha), y un humor más guarrete de lo habitual en Wilder (lo de los pros y contras de padecer fimosis, tiene tela). Notable.
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